A. C.

10 KILOS MENOS

 

Conocí a Ylenia y su despacho el año pasado tras las vacaciones de verano. Supongo que sería la fiebre de los 40 o algo así. El caso es que era en ese momento o nunca. Quería perder peso. Después de muchas dietas sportlife o similares y sin que estuviese lo que se dice gordo gordo, quería comprobar si podía ser capaz. Ahora o nunca me planteé. Como luego comprobé estaba 10 kilos por arriba y 19,7% porcentaje de grasa.

 

Por esas ofertas de internet llegué la primera vez ante Ylenia. Después de pesarme, constatar el peso actual y soñar con el deseado, empezó una charla sobre hábitos, dieta y ganas de cambiar. Me dio el primer día una dieta, recomendaciones y sobre todo un primer paso en lo que denominó etapa de descenso.

 

Y comencé. Me sorprendió que no fuera tan difícil. Y eso que fui estricto y no me salté ningún día del guion. Bueno, reconozco que mi mayor debilidad fue no poder probar esa copa de vino que todas las noches al acabar el día era mi ritual favorito.

 

Me asombró también que no pasase hambre. Llegaba a todas las comidas con ganas pero no desfallecido y acababa contento de superar una y otra vez la prueba que me había propuesto como un desafío. Cada día superado y ajustado al plan me facilitaba al día siguiente.

A la segunda visita ya había perdido 1,5 kg y porcentaje de grasa. A la tercera, otro kilo más. Cada quince días llegaba expectante a su báscula con las ganas de mirar el resultado de mi reto personal. Funcionaba. Funcionó. Perdí en tres meses y medio 11 kilos y un porcentaje de grasa de 19,7 % a 14,5%.

 

Te acabas habituando. Es como llevar un uniforme de niño al colegio. No tienes que pensar al final. Lo automatizas. Dejas de desear ciertos productos que antes formaban parte de tu día. También noté que tenía un humor más estable. Es más, diría yo que mis únicas ansias era saber hasta dónde podía llegar. Jamás había estado en el peso que logré. Tuve, orgulloso, que cambiar todos los pantalones. Y por supuesto tirar los antiguos. Quemarlos como si de una hoguera de San Juan se tratase para no volver a ellos jamás.

 

Los amigos que al principio bromeaban y apostaban a que por un día es un día… Llegan a normalizarlo y ya no te preguntan si estás a dieta o no. Es simplemente una adaptación al medio. Siempre hay un plato en cualquier carta de menú que se adaptaba al plan. La cuestión no era escudriñar la lista buscándolo. Salía solo. Emergía entre pastas, salsas y arroces con asombrosa facilidad. Nunca llegó a ser aburrido porque siempre era parte del desafío. Y lo logré. Llegué al peso deseado aunque todo el mundo me dijese (salvo Ylenia) que parase. Ahora que estoy en fase de mantenimiento me doy cuenta de la insistencia en seguir. Y como dice ella, es más fácil la bajada que la estabilidad en el peso. De hecho, ahora he ganado un par de kilos y después de 4 meses de mantenimiento, de una nueva adaptación creo, espero y deseo haber resuelto la fórmula que buscaba. Volvió el vino y los postres. Y me di cuenta de que en la fase de bajada todo es más sencillo. Porque para mí es más fácil el cero absoluto que el equilibrio. Bueno, quizás ahora encuentro esa justa medida aristotélica y día a día mi báscula (ya no solo la de la clínica) me aconseja, me regaña, me anima y me mantiene. Eso y seguir de vez en cuando viendo a Ylenia, quien me recuerda que la clave del éxito es bailar en tu peso, subiendo o bajando ligeramente, sin rigidez pero sobre todo conociéndose un poco más a uno mismo.

 

Gracias por todo, Ylenia.

© Ylenia López-Llata

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